lunes, 29 de marzo de 2010

Sísifo - la historia - la sed de infinito



1) Sísifo es el protagonista de un mito griego que, por tener desaveniencias con los dioses del Olimpo, fue condenado a un eterno suplicio. Este consistía en llevar, desde un valle hasta la cima de una montaña, una pesada roca para después, ver como la roca caía por la pendiente de la montaña hasta el valle. Eterno suplicio porque la historia se repetia, no solo una vez, o dos o tres, sino eternamente.

2) El escritor, dramaturgo y filósofo Albert Camus, premio nobel de literatura, uno de los pensadores, junto a J. P. Sarte, mas relevante de la corriente existencialista del período immediatamente posterior a la segunda guerra mundial (1939-1945), interpretó este mito como la historia no solo del individuo humano, es decir, la historia de cada uno de nosotros, sino como la historia de la humanidad toda.

3) Según su lectura, la humanidad, con todos sus esfuerzos, luchas emancipadoras, conquistas y sucesos, no va a ninguna parte, no puede salir ni mirar más allá del círculo cerrado en el cual eternamente se mueve. Sísifo vendría a ser la metáfora de una vida que no es otra cosa que un eterno repetirse de lo identico, o como se dice hoy día, un "más de lo mismo".

4) En este eterno ir y venir, subir y bajar; en este titánico esfuerzo ya condenado de antemano al fracaso, llega un punto, dice Camus, en el cual el hombre, de tanto estar cuerpo a cuerpo con la roca, sus manos, su cuerpo, su propia cara terminan por ser casi una misma cosa con la roca. Su rostro no se distingue fácilmente de la dura piedra.

5) En el fondo, dice Camus, la historia no va a ninguna parte y el hombre es un Sisifo condenado a vivir en un titánico esfuerzo que culmina siempre en fracaso porque la piedra rodará ineluctablemente, necesariamente, indefectiblemente. Pero en este movimiento infernal, Sisifo no se rinde jamás, sabe, de antemano que su esfuerzo será inútil, pero no se desespera, no se deja intimidar por el decreto de los dioses. Una y otra vez reinicia el trabajo y es capaz de cantar, alegrarse, vivir con la mano abierta, y hacerse cargo de la miseria de los otros a quienes invita a no bajar los brazos y a seguir sin entristecerse, el curso de un evento que no tendrá otro final que un "repetirse eternamente".

6) La grandeza del hombre, dice Camus, consiste en morir de pie, sin creer en un más allá, sin prestar oídos a la presunta voz de una trascedencia o de un Dios que diera sentido a esta trágica historia. La grandeza del hombre está, para este gran escritor que ha vivido siempre coherentemente con sus ideas, en mirar la tierra y no levantar la vista al cielo; en amar el "más acá" con toda la pasión de la cual el hombre es capaz; la grandeza consiste, sin encolerizarse con la trascendencia, dado que no esiste, en empeñarse a construir, dentro de los límites humanos, un rostro más amical y fraterno, aunque, en definitiva, la historia no sea otra cosa que un "más de lo mismo". Quien mira el cielo, en el fondo, vive una ilusión de la cual es mejor liberarse cuanto antes. Se trata de mirar la tierra, descubrir sus encantos y reparar sus miserias. Se trata de empeñarse con el "más acá", sin perder tiempo en polémicas estériles con el "más allá".

7) Camus invita a no desesperar del hombre. No obstante las traiciones y la maldad que hay en el corazón humano, Camus cree en el hombre, tiene una visión optimista encomiable; sabe que hay una semilla de bondad que sobrevive al mal tiempo, a las lluvias torrenciales, a las peores estaciones. Camus, dicho en otros términos, invita a no bajar nunca los brazos porque - escribe en la página final de la obra que lleva por título "El mito de Sísifo" , "nosotros debemos imaginar que Sísifo es feliz", que el tormento no lo aplasta, que ha domado lo que parecía ser una condena a muerte.

8) Camus - hago una confesión al lector - ha sido desde mi juventud uno de mis autores preferidos, por la cualidad de sus textos, su prosa y el contenido de sus obras que son, aunque subrayen el absurdo, un canto a la vida, a la amistad, denunciando, además, la miseria y los sufrimientos en los cuales los hombres viven. Mas no sólo por tales "virtudes" admiro a Camus, sino y sobre todo porque ha sido siempre coherente con sus ideas y se ha empeñado política y civilmente luchando sin solución de continuidad por los derechos humanos de todos los hombres sin exclusión alguna, empezando siempre por los más necesitados. Aún hoy creo que es insuperable cuando retrata la condición humana y el empeño por una vida en la cual la bondad, la ternura, la justicia y la libertad tengan un espacio siempre más amplio, privilegiando los sectores más desprotegidos, las clases más desamparadas, expoliadas, explotadas.

9) Pero justamente porque es considerado un hombre intelectualmente honesto, hombre de mirada serena y sabia, profundo conocedor - y no sólo en teoría - del dolor y el sufrimiento; porque es un estudioso de la filosofía occidental y de los signos de trascendencia que en ella también hay; porque jamás, ni en sus obras, ni en sus declaraciones personales ha faltado el respeto ni criticado con argumentos de "dos mangos" el deseo de eternidad que ha alimentado el pensamiento y la práctica de millones de hombres desde los inicios de la humanidad hasta estos últimos tiempos; y bien, por todo eso y mucho más, no puedo no hacerle una pregunta: ¿es verdad que podemos imaginar a Sísifo feliz? ¿Esa felicidad que Camus sinceramente cree ser una experiencia real, no será una emmascarada resignación? ¿Es posible una felicidad total, serena y sin angustias, en un mundo que se agota en la immanencia? ¿Una ética de la finitud - que es ya una gran cosa, y que el hombre postmoderno ni siquiera reconoce - podrá satisfacer el corazón humano? ¿Y si la felicidad que vive Sísifo es verdadera, por ser tal dejará sin voz, sin su verbo, la sed de infinito que es posible detectar en el corazón humano tanto en Occidente como en Oriente?

10) Se trata de argumentos antropológicos-metafísicos; se trata de hermenéutica y de ontologia porque se habla del ser y del sentido, del hombre como totalidad en su búsqueda amorosa y agónica de puntos de referencia no efímeros ni pasajeros. Y sólo hombres como Camus son en este caso interlocutores válidos. El resto... son pibes del jardín de infantes que garabatean o dibujan palotes en el papel higiénico para dejar contenta la abuelita o el carnicero del "rioba"

No hay comentarios: