viernes, 13 de agosto de 2010

Atrapado sin salida

La película Atrapado sin salida surgió de una novela best seller de Ken Kesey “One flew over the cuckoo’s nest”. La novela, adaptada para el teatro a principios de los ’60 por Dale Wasserman, tiene una gran éxito en Broadway protagonizada por Kirk Douglas. Alentado por el éxito quiere llevarla al cine pero sin poder encontrar productor. El tema de la obra es muy fuerte, dicen.
Cuando cae el temido Código Hays, en 1968, el proyecto se va tornando más probable. Kirk le vende los derechos a su hijo, Michael Douglas, quien trata de convencer al productor Saul Zaentz. Este se interesa por el proyecto, pero no lo ve a Michael como protagonista, pues hasta ese momento, sólo había hecho algo importante en “Las calles de San Francisco” junto a Karl Malden.
Jack Nicholson viene con antecedentes interesantes: tiene la edad que pide el personaje y ha sido nominado para el Oscar en cuatro ocasiones sin conseguirlo: Busco mi destino, Mi vida es mi vida, El último deber y Barrio Chino. Esta puede ser su gran oportunidad y no la va a desaprovechar.
Atrapado sin salida consiguió en 1975 lo que los norteamericanos denominan “the big five” a la hora del Oscar: Mejor película; mejor director (Milos Forman); mejor actor (Nicholson); mejor actriz (Fletcher) y mejor guión adaptado (Hauben y Goldman). Un record que sólo lo había alcanzado Lo que sucedió aquella noche (F. Capra, 1934)

Ficha técnica: Atrapado sin salida (One flew over the cuckoo’s nest) 1975, 129’
Fantasy/UA. Intérpretes: Jack Nicholson (Randle Patrick McMurphi); Louise Fletcher (Milfred Ratched); William Redfield (Harding); Brad Dourif (Billy Bibbit); Will Sampson (Chief Bromden), Sherman “Scatman” Crothers (Turkle); Danny DeVito (Martini); Christopher Lloyd (Taber); Louisa Moritz (Rose); Mayrya Small (Candy). Productores: Saul Zaentz y Michael Douglas. Guión: Lawrence Hauben y Bo Goldman, basado en la novela de Ken Kesey y la pieza teatral de Dale Wasserman. Fotografía: Haskell Wexler, William Fraker y Bill Butler. Música: Jack Nitzche. Firección: Milos Forman.


miércoles, 11 de agosto de 2010

martes, 3 de agosto de 2010

Feelings - Morris Albert


Los sentimientos - decía el filósofo y pedagogo hebreo Martín Buber - no nos pertenecen. Van y vienen, son como las olas del mar que en ciertos momentos bañan la arena de la playa y en otros momentos, se retiran y la dejan expuesta al sol y a la sequedad.
Los sentimientos más bien se"tienen" , están en el orden del "tener" y no tanto en el orden del "ser". Los sentimientos, dicho en otras palabras, "habitan" el hombre pero éste vive o habita "en" el amor que es sí también un sentimiento pero - y es bueno recordarlo - no es sólo eso.
Es también y sobre todo - como enseña otro psicólogo hebreo, el neomarxista y discípulo de la Escuela de Frankfurt, Erich Fromm - la voluntad de promoción del otro, es antes que nada esforzarse para hacer que el otro sea y sea siempre más sí mismo sin que se sienta endeudado u obligado a devolver, es decir, a asumir la lógica de la reciprocidad o del cambio.

En una sociedad tecno-látrica como la nuestra en la cual, paradojalmente, se cancela siempre más el espacio del Logos para darle cabida al Pathos y a un Eros entendido como sentimiento orgiástico, arbitrario que no considera otra cosa que la satisfacción del yo y sus despóticos caprichos; en una sociedad como la nuestra en la cual el derecho del sentimiento es considerado absoluto o divinizado come única y auténtica vía para la realización de sí mismo, la pregunta se impone: ¿Qué o quién nos defiende de la naturaleza del sentimiento que tiene como su característica escencial la inestabilidad y la mutabilidad?