martes, 3 de agosto de 2010

Feelings - Morris Albert


Los sentimientos - decía el filósofo y pedagogo hebreo Martín Buber - no nos pertenecen. Van y vienen, son como las olas del mar que en ciertos momentos bañan la arena de la playa y en otros momentos, se retiran y la dejan expuesta al sol y a la sequedad.
Los sentimientos más bien se"tienen" , están en el orden del "tener" y no tanto en el orden del "ser". Los sentimientos, dicho en otras palabras, "habitan" el hombre pero éste vive o habita "en" el amor que es sí también un sentimiento pero - y es bueno recordarlo - no es sólo eso.
Es también y sobre todo - como enseña otro psicólogo hebreo, el neomarxista y discípulo de la Escuela de Frankfurt, Erich Fromm - la voluntad de promoción del otro, es antes que nada esforzarse para hacer que el otro sea y sea siempre más sí mismo sin que se sienta endeudado u obligado a devolver, es decir, a asumir la lógica de la reciprocidad o del cambio.

En una sociedad tecno-látrica como la nuestra en la cual, paradojalmente, se cancela siempre más el espacio del Logos para darle cabida al Pathos y a un Eros entendido como sentimiento orgiástico, arbitrario que no considera otra cosa que la satisfacción del yo y sus despóticos caprichos; en una sociedad como la nuestra en la cual el derecho del sentimiento es considerado absoluto o divinizado come única y auténtica vía para la realización de sí mismo, la pregunta se impone: ¿Qué o quién nos defiende de la naturaleza del sentimiento que tiene como su característica escencial la inestabilidad y la mutabilidad?

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