viernes, 5 de marzo de 2010

La moda: Diosa creadora y omnipotente


La moda (Versace, Armani, Valentino, etc.) es una Diosa creadora que tiene la arrogancia de hablar de cuerpos "mal hechos" o deformes porque pretende ejercer una omnipotencia sin límites. La omnipotencia se ejercita rectificando a través de una serie de artificios que alargan, acortan, inflan, engordan, disminuyen o ensanchan hasta el punto de transformar el cuerpo real en el cuerpo ideal de la modelo o COVERGIRL.

Pero este cuerpo de la covergirl non espressa o representa el cuerpo de ninguno sino aquella forma pura en la cual el cuerpo non dice absolutamente nada de si mismo, sino que habla de los vestidos que ostenta. Esta omnipotencia de la moda difunde, en los idiotas que la siguen, un sentido di potencia ilimitada y de euforia, porque sumerge en una especie de estado de inocencia en el cual "todo va mejor" y sin problemas, es decir, sumerge en una especie de paraíso terrestre.

El filósofo francés J.P. Sartre notava que no sólo la persona produce el vestido o la ropa, sino que también la ropa o el vestido produce "mágicamente" la persona. Esto significa che transformando o cambiando el vestido se pretende cambiar el proprio ser. "Combinando la blusa azúl con un traje blanco" - decía Sartre - se participa al tema lúdico por excelencia, que ya los griegos habían elaborado en el mito del Jano, el dios del doble rostro.

Patológicos problemas de identidad se pueden lúdicamente resolver componiendo en modo diverso los distintos elementos del vestir en modo tal que es posibile aparecer contemporaneamente como "tierno y agresivo", "rígido y blando", "severo y espontáneo". Estas paradojas psicológicas tienen un valor nostálgico, testimonian un sueño de totalidad en el cual no es necesario elegir porque se puede ser todo en el mismo instante, es decir, contemporaneamente.

La moda, como Diosa creadora y omnipotente, non rechaza nada; se ofrece tanto a aquellos que quieren escapar de la repetición obsesiva, cuanto a aquellos que la buscan porque la persiguen como un sueño de identidad. La moda, recupera el tema ancestral de la máscara, atributo escencial de los dioses, para ofrecerla a los pobres mortales.

Promoviendo el tema de la máscara, la moda se toma muy en joda - por no decir "defeca" - el tema más grave y difícil de la conciencia humana, es decir el tema de la identidad. Es el tema que el hombre vive como la interrogación fundamental: ¿quién soy yo? Y es esta la pregunta relevante que desde los griegos hasta hoy se puso siempre el hombre occidental. La moda omnipotente intenta responder a esta pregunta con su repertorio de máscaras entre las cuales los idiotas útiles (consumidores) buscan espasmódicamente la solución a la pregunta precedente sin darse cuenta que antes que el día termine estarán corriendo al negocio más cercano a comprar otra máscara porque el juego de la escondida resulta siempre más aburrido dado que deja siempre insatisfecho y no logra exorcisar la angustia, el temor y el miedo que la pregunta por la identidad hace, irremediablemente, sentir

La vieja historia genesíaca se repite: ¿Adán, dónde estás? Respuesta: "tuve miedo y me escondí".

Como conclusión de esta breve fenomenología de la moda, se podría también pensar que en el fondo, todos aquellos que son manipulados por esta Diosa devoradora y omnipotente, no hacen otra cosa que huir del sentido amenazador y desvastante que el pensador francés Roland Barthes, leyó un día escrito en una tumba del viejo cementerio de París: Ayer yo fuí lo que tú eres ahora; mañana tú serás lo que yo soy hoy".

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