jueves, 29 de octubre de 2009

Platón y el amor

1) Platón, el filósofo griego, en su escrito conocido como El Simposio o El Banquete, nos ofrece una de las lecturas más profundas que se hayan hecho sobre el amor en el Occidente. Escribe Platón: "Los amantes que pasan la vida juntos no saben decir que cosa quieren uno del otro. No se puede ciertamente creer que sólo por el placer del comercio carnal ellos prueban una pasión tan ardiente y por eso están juntos. Es entonces evidente que el alma de cada uno de ellos quiere otra cosa que no es capaz de expresar o decir, y por eso la expresa con vagos presagios, como intuiciones que provienen de un fondo enigmático y oscuro" (Simposio, 192 c-d). Para entender la intención última que alimenta el texto, hay que subrayar que Platón estuvo siempre preocupado o dedicado al tema de lo decible y de lo indecible, o sea a las reglas de la razón (mundo solar) y a los abismos de la locura.

2) Atento a las cosas del amor, o como dice el texto griego (tà aphrodísiaca), Platón se pregunta qué cosa el alma, cuando vive el amor, logra decir o no logra decir. Y, donde el "decir" se interrumpe y la regla o la sintaxis no alcanza para dar a la palabra total y acabada expresión, ahí se abre, según Platón, el fondo del abismo del presagio y del enigma. Las cosas del amor, o mejor dicho, el Amor mismo, pertenece al enigma y éste a la divina locura.

3) También la locura es, para Platón, una experiencia del alma, no en el sentido de un colpaso ni tampoco como el rechazo al sentido o al significado. Se trata, más bien, de una toma de conciencia: las experiencias más profundas y traumatizantes del alma huyen o escapan a todo tentativo que pretenda fijarlas, encerrarlas o disponer de ellas en una sucesión ordenada. Sucede que, en la línea que después harán suya, pensadores como Freud, Nietzsche y Schopenhauer, más allá del orden racional, el alma siente que la totalidad es huidiza, que el "sin sentido" contamina o invade el sentido. Dicho con otras palabras, el alma siente que el posible excede lo real y que todo tentativo de comprensión total emerge desde un fondo abismal que es caos.

4) Los hombres queremos habitar en el mundo de las ideas claras y distintas, el mundo solar. Platón lo sabe y ha luchado siempre por alcanzar una racionalidad siempre más limpia y cristalina. De todos modos, promoviendo el mundo solar, él no cierra o bloca el abismo de la locura, pues lo reconoce como una amenaza, pero también como un don, como sede de palabras no controlables, como demora de los dioses. En otro escrito suyo, conocido como Fedro, escribe: Los bienes más grandes provienen de la locura, dados, naturalmente, por un don divino". Dice también: "la locura que nos llega desde los dioses es más bella que la sabiduría de origen humana".

5) ¿Quienes son los dioses de los cuales habla Platón? Son los habitantes de aquel mundo que está antes o precede el mundo de la razón. Platón se refiere, con tal lenguaje al mundo que ofrece a la razón los contenidos que ésta debe ordenar en una producción coherente, es decir, de sentido. Su maestro, o sea Sócrates, sabía muy bien de qué tipo de caos provenía la razón, sabía que, si bien contribuye al orden y a la claridad, la razón emerge desde un abismo abismal. El Amor habitaría ese abismo, sería un "daimon" (demonio) cuya locura nos inflamaría desde dentro de nosotros mismos. Brevemente, no sería más que una parte de nosotros mismos.


6)Es por esto que el Amor no tiene la forma de un sentimiento humano, sino una forma más inquietante, la forma de la "posesión". El entusiasmo que genera - y lo sabe bien quien está enamorado - nos está diciendo que el hombre, en tal circunstancia, está habitado y movido por un dios. Nos dice que el hombre tiene dentro de sí un dios, está entusiasmado (èn-theos; theos=dios; èn =dentro). Por lo tanto, no es el Yo racional el protagonista de las palabras, sino más bien un dios que nos habita en el abismo que la razón no puede ni podrá nunca plenamente esclarecer. La razón misma emerge de tal caos o abismo.




7) El Amor, por lo tanto, según esta perspectiva griega, no es una realidad de la cual el Yo dispone, sino, más bien, todo el contrario. Se trata de una realidad o locura que dispone del Yo, se trata de una locura cuyo aguijón lo abre a una crisis y así, lo desplaza, dis-loca (lo deja sin "locus=lugar). Estar dis-locado, es la experiencia que siente o vive radicalmente quien está enamorado, o sea la experiencia de ser arrancado o empujado violentamente fuera de sí, fuera de su centro, de su egoidad.


8) El enamorado, según la visión griega, no está "en sí", está en otro, pero este otro, no sería sino una locura o un dios que nos habita. El Amor, de acuerdo con esta versión, sería el intérprete entre la razón, dimensión que el hombre ha construido para ver claro y distinto, y la locura que todavía lo habita y de la cual tal racionalidad emerge. No sería, por lo tanto, una relación entre personas, como comúnmente se cree, sino entre la parte racional del hombre y su parte demencial o "locura divina". Dicho de otro modo: Amor es una especie de demonio que nos posee, pero es siempre una parte de nosotros mismos.

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