jueves, 3 de diciembre de 2009

Sobre la estupidez


Dos frases nos ayudan a pensar una realidad que es más común de lo que creemos, o sea, la estupidez. Decía Albert Einstein: "Sólo dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana, y no estoy seguro de la primera". La otra frase es de un teólogo protestante, asesinado en un campo de concentramiento nazista en 1944. Se trata de Dietrich Bonhoeffer, quien decía: "La estupidez no es tanto una carencia intelectual sino más bien una carencia de humanidad".

No hay duda que Bonhoeffer tiene mucha razón pues la estupidez o idiotez no es tanto un problema de inteligencia o de instrucción, de educación primaria o universitaria. Es, sobre todo, una ausencia o total pobreza de humanidad. Hay personas que poseen dos o tres títulos académicos pero no pueden ocultar su imbecilidad o falta de humanidad, pues la estupidez nace en el corazón y luego se enquista o se hace cáncer en las neuronas y en las claves teóricas y comportamentales. Nace en el corazón y se cristaliza como estilo de vida.

Es por esto que tiene mucha razón la afirmación de Einstein. El famoso físico queda maravillado frente a un universo infinito que parece desbordar o hacer interminable el ejercicio racional en función de entenderlo sino también, y sobre todo, por la estupidez que encuentra aquí, en la tierra.

Recuerdo también lo que decía un gran escritor italiano, Riccardo Bacchelli: "Los estúpidos impresionan sobre todo por la cantidad, el número". Esto significa que las masas siempre más idiotizadas, con sus reacciones ciegas o desfasadas, la imitación de modas que vacían los bolsillos y te pudren el alma (si es que hay alguno que tenga alma todavía); la vulgaridad que reina sin competencia alguna en todos los medios, la idiotez que expresan los discursos de tantos políticos y hombres de "ciencia", como también eclesiásticos o religiosos - y de todos los credos sin excepción - sugieren que son muy pocas las esperanzas que nos quedan para sobrevivir y no volver a la época de las cavernas (aunque en muchos países occidentales hay más cavernas que casas).
Algunos sostienen que la esperanza no se debe perder o abandonar porque un gramo de sabiduría, puede generar una montaña de saber que hará sombra al gigantesco valle de idiotas. Es difícil de creer tal como va el mundo (¿a dónde va?).

Para darse cuenta del nivel de estupidez hay que mirar el barrio en el cual residimos y que con nuestra idiotez o responsabilidad ayudamos a destruir o construir; basta mirar nuestros jóvenes y la vida cotidiana; basta el mirar el país en el cual vivimos (cada pueblo tiene el gobierno que se merece), basta mirar las escuelas y quienes enseñan, basta mirar lo que queda de la familia (si es que algo todavía queda). En fin, basta mirarse a sí mismo, porque en esto de la estupidez, todos estamos convencidos que los idiotas son los otros, mientras que el yo es una "joyita".





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